En 2008, explotó la crisis de las hipotecas subprime. Cientos de miles en el mundo vieron cómo sus inversiones se derrumbaron de un día para el otro y todo el sistema financiero entró en una etapa de colapso que tardó años en recuperarse.
Sólo lograron salvarse unos pocos que, semanas antes, comenzaron a desarmar sus posiciones en las controvertidas obligaciones colateralizadas mediante deuda (en inglés, Collateralized Debt Obligation o CDO). «Salieron» porque fueron advertidos por informes de algunas calificadoras (pocas, en verdad) que alertaban que podía tratarse de una burbuja financiera.
Algo parecido pasó en 2020, en el inicio de la pandemia, cuando el desplome en el precio del petróleo (los futuros del WTI estadounidense llegaron a cotizar a menos de cero) hizo pensar que la creciente tendencia ascendente de la industria de los automóviles eléctricos había llegado a su fin.
Sin embargo, mientras miles vendieron sus acciones de Tesla (el mayor fabricante de vehículos eléctricos del mundo) imaginando un futuro oscuro, otros, los mejor asesorados, decidieron esperar.
El resultado es conocido, la capitalización de mercado de la compañía de Elon Musk creció exponencialmente en el resto de 2020: sus acciones pasaron de 85 dólares en marzo a más de 800 en enero de 2021 (¡841 por ciento!).
Nadie sobrevive aislado
Estos ejemplos de gran escala dejan en evidencia cómo la información oportuna, concreta y precisa ayuda a quienes tienen la responsabilidad de tomar decisiones.
Contar con datos confiables, en el momento exacto, permite a empresarios de grandes, medianas y pequeñas compañías anticiparse a los cambios en el entorno en el que se desenvuelven sus negocios antes de que estos sucedan.
Es simple: anticiparse para reaccionar asertivamente, porque las empresas están inmersas en un entorno global y regional cada vez más competitivo que exige tomar decisiones operativas y estratégicas casi a diario.
Hoy no es posible sostenerse en el mercado de forma exitosa y rentable aislándose de lo que ocurre en la política y la economía de alrededor.
Veamos un ejemplo concreto: por estos días, en la Asamblea Legislativa avanza el proyecto de ley N°22.215 “Ley para atraer trabajadores y prestadores remotos de servicios de carácter internacional” apoyado por la Cámara Nacional de Turismo (Canatur) que busca atraer la instalación en el país de trabajadores remotos o nómadas digitales.
El proyecto propone la creación de una subcategoría de estancia, dentro de la categoría de «no residente», que habilite a extranjeros a establecerse en Costa Rica por un tiempo prolongado (entre 12 y 18 meses) para trabajar de manera remota ofreciendo sus servicios a compañías instaladas en otros países. Atraer a gente del mundo que está haciendo «home office», parece ser el objetivo.
Habría incentivos fiscales, como la exención sobre el impuesto de la renta en relación con los ingresos recibidos desde el exterior y facilidades para la importación de equipos informáticos o herramientas necesarias para desarrollar las tareas.
Un empresario del sector turístico nacional, muy golpeado por la pandemia de coronavirus, está obligado a conocer en detalle –y antes que su competencia– este tipo de proyectos, porque pueden ser la llave para el inicio de su recuperación.
Las nuevas exigencias del mercado
Un tema muy importante, por ejemplo, es el acuerdo ampliado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), una decisión de política económica que apunta a aliviar las finanzas públicas. «¿En qué podría cambiar esto el escenario para mi empresa?», puede pensar un alto directivo de una compañía. «En mucho», es la respuesta.
Sin acuerdo, es probable que el país no pueda pagar a sus acreedores y caiga en default, lo que implica una pérdida de confianza de las calificadoras de riesgo sobre Costa Rica. Un cambio en la nota del país se traduce en la suba del tipo de cambio y en tasas de interés más altas, no sólo para el Estado, sino también para las compañías, lo que encarecería el crédito.
Resumiendo, ya no alcanza con leer los periódicos o hablar en encuentros con otros empresarios, es necesario contar con información permanente del entorno del país y la región, un monitoreo respaldado en informes especializados de los hechos que afectan directa o indirectamente las actividades corporativas.
Todo importa: desde grandes temas económicos y novedades políticas hasta datos normativos que a la vista de algunos pueden resultar irrelevantes, pero que pueden significar la diferencia entre sobrevivir o no a las exigencias del mercado.
Aunque resulte inverosímil, un simple artículo de un proyecto de ley puede cambiar las reglas del juego para una empresa. Un impuesto, una tasa, una regulación o un nuevo seguro obligatorio para una determinada actividad pueden alterar el delicado equilibro financiero de una empresa, más todavía en tiempos de crisis.
Por eso es necesario que aquellos que deben tomar decisiones estén debidamente advertidos y se anticipen al comportamiento de las diferentes actividades económicas.
Problemas y oportunidades
Los buenos informes, además de anticipar problemas, permiten identificar oportunidades: por ejemplo, cuáles sectores están siendo más dinámicos para apuntar allí la estrategia comercial y el conjunto de inversiones más importantes.
El ejemplo de Chris Clark sirve para explicar esto. Este estadounidense especialista en el desarrollo de software, compró en 1994 el dominio pizza.com. Lo pagó 20 dólares.
Poco más de 14 años después, en 2008, lo subastó y obtuvo 2,6 millones de dólares.
Según contó Clark, a la decisión la tomó basado en un artículo de una pequeña consultora que apareció en una revista alemana de informática llamada Chip.
Aunque ganó millones, siempre lamentó no haber comprado más dominios.
Supervivencia y competitividad
En definitiva, desde siempre, pero más aún en estos tiempos, «las empresas que mejor asimilen la información disponible tendrán mayores oportunidades de supervivencia y niveles de competitividad más elevados».
Así lo describe Ivett Aportela Rodríguez en el artículo «La información como recurso estratégico en las empresas de base tecnológica«, publicado por la Universidad Carlos III de Madrid.
Y agrega: «Con información del entorno, de la competencia y de las normativas que rigen su actividad, serán capaces de generar mayores beneficios y de contribuir de una mejor manera al desarrollo de la región en la que se desenvuelven».